No me importa mucho quién está conmigo o en mi contra. Procuro que Dios esté conmigo, siempre. Procuro tener buena la conciencia y por eso Dios ne defiende.
Al que Dios quiere ayudar, no le dañará malicia aluna.
Hay que saber callar y sufrir ataques arteros.
Al que Dios quiere ayudar, no le dañará malicia aluna.
Hay que saber callar y sufrir ataques arteros.
Dios sabe cuándo y cómo ayudarme. Por eso lo visito y estoy con Él. Dios me libra de todaa confusión.
Me conviene que todos sepan mis defectos. Y tengo que guardar una acitud de humildad mayor mientras me reprenden.
Creo que cando un hombre se humilla, reconoce sus defectos, aplaca a sus enemigos y hasta satisface a quienes lo odian.
Es un apotegma que Dios defiende y libra al humilde; lo ama y consuela; le concede gracia y después de que está abatIdo le levanta a gran altura y honra.
Dios convida al humilde.