viernes, 25 de abril de 2014

SU SANTIDAD SAN PABLO II, ESTÀ YA EN EL REINO DE LOS CIELOS

Los santos (< latín (sanctus); griego αγίος (hagios), hebreo (kadosh) ['elegido por Dios' o bien 'diferenciado', 'distinguido' según el pensamiento contemporáneo hebreo) son hombres o mujeres destacados en las diversas tradiciones religiosas por sus atribuidas relaciones especiales con las divinidades o por una particular elevación ética; este segundo sentido se preserva en tradiciones espirituales no necesariamente teístas.
La influencia de un santo supera el ámbito de su religión cuando la aceptación de su moralidad adquiere componentes universales: por ejemplo, es el caso de Teresa de Calcuta o de Gandhi, y, en general, al menos hasta cierto punto, de todos los fundadores de las grandes religiones.
Los vocablos hebreo y griego para “santidad” transmiten la idea de puro o limpio en sentido religioso, apartado de la corrupción. La santidad de Dios denota su absoluta perfección moral.
En español se utiliza la palabra (santa) delante del nombre de una mujer (por ejemplo, Santa Ana de Nazareth). Cuando se trata de un hombre se utiliza siempre la apócope san, con las excepciones de Santo Tomé, Santo Toribio, Santo Tomás, y Santo Domingo, en las que se emplea el término completo.
La palabra santo se utiliza como adjetivo para indicar una relación directa con Dios. Por ello, se aplica a personas (los santos), lugares (como el Monte Athos), textos (como las Sagradas Escrituras), etc.
En muchas tradiciones religiosas teístas son los intercesores o los protectores y son objeto de culto por entenderse que, después de muertos, disfrutan de la compañía de la divinidad.
En la tradición cristiana se trata de personas destacadas por sus virtudes y son como modelos capaces de mostrar a los demás un camino ejemplar de perfección. Como, de acuerdo con la Biblia, Dios es amor,su principal virtud es, consecuentemente, su capacidad para amar a Dios y a los demás seres humanos. La religión cristiana considera además que toda la humanidad está llamada a ser santa y a seguir a los santos, que representan el ejemplo de creencia y seguimiento de Dios cuya vida puede resumirse en un sólo concepto: el amor al ser supremo.
En la Iglesia católica el reconocimiento de un «santo» se produce después de un proceso judicial llamado canonización. Actualmente, sólo el Papa, al quien se llama protocolariamente «Su Santidad», puede determinar la santidad de fieles católicos. Este proceso tiene análogos en algunas otras confesiones cristianas.
En el budismo, al no existir el concepto de Dios, un santo es una persona iluminada o cercana a la iluminación, y por consiguiente, al Amor Universal. De este modo, es su karma el que determina su grado de pureza espiritual, el cual puede ser verificado por medios metafísicos (percepción extrasensorial de los chakras) por otros santos. Al orar y fijar el pensamiento en una figura santa o en algo relacionado con ella se entra en conexión metafísica respecto a determinado campo de la conciencia con lo que representa dicha figura y con todos los que estén y hayan estado pensando u orando sobre lo mismo. Así, estas figuras se realizan desde tiempos ancestrales con colores vivos y detalles característicos invariables para, según la creencia, facilitar una imagen mental común. Por lo tanto, el objetivo no es realmente venerar lo sagrado, sino entrar en conexión con la conciencia universal, aunque, para evitar el apego, no suele recalcarse ningún objetivo. Actualmente, y para santos aún vivos o de vida reciente, se usan también fotografías.

Por otro lado, si bien la mayor parte de las religiones de la India tienen a menudo tendencias sincretistas, no es así en los tres grandes monoteísmos (Judaísmo, Cristianismo e Islam), que conciben la santidad encuadrada en una pertenencia comunitaria o sacramental. El islam y el cristianismo protestante rechazan incluso la noción de santo y el culto dedicado a los seres humanos. Esto no impide, no obstante, al islam popular haber desarrollado, al margen de las corrientes oficiales y cultas, un fervor en torno a las tumbas de los santos.
La Iglesia afirma, desde sus orígenes, siguiendo la tradición judaica, que sólo Dios es santo. Sin embargo, por el hecho del bautismo y la adopción que conlleva, los cristianos son asociados y llamados a la santidad, que es una vocación universal.
El apóstol Pablo designaba como santos a los cristianos que vivían en una ciudad determinada, expresando la santidad como el estado de comunión con Dios, en la Iglesia, por el bautismo. Poco a poco, la noción de santo se iría ampliando, y numerosas personalidades locales de la Iglesia primitiva y de las nuevas poblaciones cristianizadas adquirirían la reputación de la santidad.
La veneración de los santos fue una característica de los primeros cristianos, que oraban y pedían la intercesión de los mártires. De entre las devociones que figuran en los primeros siglos del cristianismo se encuentra la de María, madre de Jesucristo: el papiro Rylands 470, cuyo original se conserva en la Biblioteca Universitaria John Rylands,contiene la oración Bajo tu amparo dirigida a ella como Theotokos. Otro testimonio de la devoción a María y a los santos son las pinturas en la catacumbas de Santa Priscila.

Para los católicos, los santos forman la llamada Iglesia triunfante e interceden ante Dios por la humanidad, por los vivos en la Tierra y por los difuntos en el Purgatorio: es la llamada comunión de los santos. Todos ellos, incluso los que no han sido oficialmente reconocidos como tales, tiene su festividad conjunta en el Día de Todos los Santos, que se celebra el 1 de noviembre y que para los católicos representa que, más allá del número de personas canonizadas (es decir, de las cuales la santidad se afirma sin ambigüedad y se les puede venerar), hay abundantes cristianos (e incluso no cristianos en sentido estricto, como Abraham, Moisés, David, Job), que ha alcanzado el ideal de comunión con Dios.
Los santos inscritos en el martirologio romano son los declarados por la Iglesia Católica como indudablemente presentes en el Cielo y, por tanto, pueden ser objetos del culto público, el llamado culto de dulía, a diferencia del culto de latría, que no debe dirigirse más que a Dios. Una excepción en estas categorías del culto representa la Virgen María, receptora de la hiperdulía que se celebra en los lugares de apariciones marianas.
Aunque los antiguos santos eran declarados como tales por los obispos, el procedimiento, a lo largo de los siglos, se ha ido centrando en Roma y, desde hace un milenio, sólo el Papa puede celebrar canonizaciones. La Iglesia Católica establece la santidad de ciertas personas mediante los procesos abiertos por la llamada Congregación para las causas de los santos. El proceso de santificación tiene que pasar por las etapas de venerabilidad, beatificación y canonización. El proceso de canonización adopta las formas de un proceso judicial en el que una persona (el «promotor de justicia», tradicionalmente llamada abogado del diablo) examina y cuestiona la supuesta santidad del candidato propuesto por el postulador de la causa. En este sentido, el postulador asume el papel de «fiscal», pues debe «demostrar» la santidad del candidato, y el promotor actúa como la «defensa», pues le basta mostrar dudas razonables contra la causa. Aunque el derecho canónico establece un tiempo mínimo entre el fallecimiento de una persona y el inicio de su causa de canonización en Roma, los plazos son muy variables.
El papel de los santos en la Iglesia y entre los creyentes ha evolucionado mucho durante la segunda mitad del siglo XX. El culto que se les solía rendir se ha ido matizando y sus imágenes son más utilizadas como ejemplos que como agentes de intercesión, papel que desempeñaron con fuerza durante siglos. El Papa Benedicto XVI afirma:
«El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado al prójimo.»

Desde el Concilio Vaticano II, los procedimientos han cambiado, los plazos se han hecho más cortos y el número de milagros post-mortem necesario, que antes podía alcanzar varias centenas (en función de la credulidad de las épocas), se ha reducido a dos.
Existen más de 10 000 beatos y santos. El reverendo Alban Butler, publicó Lives of the Saints (La Vida de los Santos) en 1756, conteniendo 1,486 santos. La última edición de esta obra, editada por el padre Herbert Thurston, S.J. y el autor británico Donald Attwater, contiene las vidas de 2,565 santos.
Bajo el pontificado de Juan Pablo II, en un período de 25 años, se proclamaron no menos de 2.000 beatificaciones y canonizaciones, mientras que sus predecesores necesitaron varios siglos para unas centenas de declaracione
POR TODO LO ANTERIOR, SU SANTIDAD QUE FUE JUAN PABLO II MERECE EL EPÌTETO DE SANTO Y DEBE OFICIALMENTE SANTIFICARSE PARA CUMPLIR CON LOS PRECEPOS CANÒNICOS Y, SOBRETODO, CON EL CRITERIO GENERAL: JUAN PABLO HA SIDO EL MÀS POPULAR DE TODOS LOS PAPAS Y MERECE EL TÌTULO POR TODOS CONCEPTOS.
Me gusta ·  · 

domingo, 6 de abril de 2014

In quietness and in confidence shall be your strength







Antes que nada,este motto: 
Isaías יְשַׁעְיָה Yeshayaáh (Yahveh es salvación) fue uno de los profetas de Israel del siglo VIII a. C., que profetizó durante la crisis causada por la expansión del Imperio asirio. Escribió por lo menos la primera parte del libro de la Biblia que lleva su nombre. Nació probablemente en Jerusalén 770-760 a. C. y estaba emparentado con la familia real (parece que fue primo de Ozías según la tradición talmúdica). Por sus propias declaraciones se sabe que estuvo casado con una profetisa y tuvo dos hijos.

Hijo de Amos, se le considera uno de los profetas mayores (lo cual depende exclusivamente de lo extenso del libro escrito). Se estima que el ministerio profético de Isaías llegó a durar cerca de medio siglo, desde el año que terminaba Azarías, rey de Judá, posiblemente hasta los tiempos de Manasés. Según los apócrifos Vida de los Profetas (1:1) y Ascensión de Isaías (5:11-14), murió aserrado durante la persecución provocada por el rey Manasés, a lo cual parece referirse Hebreos 11:37.
Isaías fue un firme opositor a la política de alianza de los reyes de Judá con los imperios y llamó a confiar en la alianza con Yahveh. En particular se opuso al protectorado de Asiria que el rey Acaz propició para enfrentarse a los reyes de Damasco e Israel (norte). El reyEzequías quiso contrarrestar la hegemonía asiria, aliándose con Egipto a lo que también se opuso Isaías, pero cuando las tropas asirias de Senaquerib sitiaron Jerusalén, Isaías apoyó la resistencia y anunció la ayuda de Yahveh y la ciudad se salvó.
Su obra muestra que era un gran poeta, con estilo brillante, precisión, composición armoniosa e imágenes novedosas. Los críticos coinciden en que es el autor de los capítulos 1 a 12, 15 a 24 y 33 a 35 del Libro de Isaías, en tanto que se discute sobre la autoría del resto del libro. Los capítulos 36 a 39 están escritos en tercera persona y posiblemente fueron escritos por sus discípulos.
La segunda parte del Libro de Isaías, capítulos 44 a 55, conocida como Libro de la Consolación de Israel, es muy diferente a la primera y no nombra en ninguna parte a Isaías. El escenario de estos capítulos finales supone que Jerusalén ha sido asolada, el pueblo está cautivo en Babilonia y está actuando Ciro, el Rey persa, cuya gesta causará la liberación de los cautivos. El estilo es más oratorio y repetitivo que la primera parte. El contenido registra una mayor elaboración teológica. Es entonces probable que estos capítulos finales sean obra de un autor anónimo al final del Destierro, después del 560 a. C.. Como dato curioso, en el rollo de Isaías encontrado entre los Manuscritos del Mar Muerto, las dos partes están cosidas y evidencian así una separación previa.
Los exégetas y estudiosos recalcan sin embargo, que las dos partes del libro de Isaías están unidas por su visión mesiánica:
  • En los capítulos 6 a 12 se anuncia el nacimiento del Emanuel (Isaías 7:14 Dios con nosotros).
  • En la segunda parte (Isaias 42:1-7,49:1-9,50:4-9,52:13,53:12) se presentan los Cánticos del Siervo de Jhvh, seguidor perfecto de Dios que con plena fe sufre para expiar los pecados de su pueblo y es glorificado.
Estudiosos han hecho notar el uso repetido de derivados de נצר en ambas partes del libro de Isaías, es una alusión mesiánica: natser, transcrita Nazer, traducida como "retoño", "vástago", "rama" o "renuevo"; y en otros contextos como vigilar, guardar, observar, defender, rodear, preservar (del peligro) o esconder (refugiar). Consideran que a ello se refiere Mateo 2:23 cuando dice que habitó en la ciudad que se llama Nazaret, y así se cumplió lo que fue dicho por los profetas, que había de ser llamado Nazareno (נצר,Notsri).
El cristianismo estima que el Libro de Isaías anunció el nacimiento, sacrificio y gloria de Jesús y además, el alcance universal de la salvación por lo que se considera en algúnas ocasiones como el "Príncipe de los Profetas

Henaquí la frase que guardo en el espejito mágico que me obsequiò la irecgora de Elmwood College, en Ottawa, Ontario, Canadá, cuando lrenuncié a las clases de Lieratura Española que allì daba, muy a mi pesar...
30:15 Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. 
Y no quisisteis, 
30:16 sino que dijisteis: No, antes huiremos en caballos; por tanto, vosotros huiréis. Sobre corceles veloces cabalgaremos; por tanto, serán veloces vuestros perseguidores. 
30:17 Un millar huirá a la amenaza de uno; a la amenaza de cinco huiréis vosotros todos, hasta que quedéis como mástil en la cumbre de un monte, y como bandera sobre una colina.
Promesa de la gracia de Dios a Israel 
30:18 Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él.
30:19 Ciertamente el pueblo morará en Sion, en Jerusalén; nunca más llorarás; el que tiene misericordia se apiadará de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá.


30:20 Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros.
30:21 Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.
30:22 Entonces profanarás la cubierta de tus esculturas de plata, y la vestidura de tus imágenes fundidas de oro; las apartarás como trapo asqueroso; ¡Sal fuera! les dirás.

30:23 Entonces dará el Señor lluvia a tu sementera, cuando siembres la tierra, y dará pan del fruto de la tierra, y será abundante y pingüe; tus ganados en aquel tiempo serán apacentados en espaciosas dehesas.
30:24 Tus bueyes y tus asnos que labran la tierra comerán grano limpio, aventado con pala y criba.
30:25 Y sobre todo monte alto, y sobre todo collado elevado, habrá ríos y corrientes de aguas el día de la gran matanza, cuando caerán las torres.
30:26 Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare Jehová la herida de su pueblo, y curare la llaga que él causó. 

NO. YO NO HUIRÉ.

¡¡¡ALLÍ  PERMANECERÈ A SALVO EN LA QUIETUD, EN EL REPOSO Y EN LA FE: EN PLENA CONFIANZA EN DIOS...

¡¡¡ALLÍ ESTARÀ MI FORTALEZA Y OBTENDRÈ MIS FUERZAS PARA COMBATIR EL MAL!!!