miércoles, 23 de octubre de 2013

LA TARDE EN EDIMBURGO SILENCIOSA Y CALMA

Como el anochecer entre los árboles silenciosos,
mi pena, callándose, callándose, se va haciendo paz
en mi corazón” (R.Tagore).
Con este pensamiento de Rabrinthranath, el Padre Santos hace disquisiciones que me acongojan:

¡Qué plenitud desborda mi alma tras las horas de la dura pena!
Puede que este día u otro cualquiera sientas el azote, el latigazo,
el zarpazo de la pena en tu vida. Nada es duradero cuando uno
pone de su parte todo el esfuerzo para que aflore en nuestro ser
lo mejor que encierra. 
He traído a mi memoria algunos paisajes de Escocia, que contemplé acompañado por mi Benjamín, Thomas
 Livingston Bayne:
Lo echo de menos.
AUnque me pida el santo padre, que  no le de vueltas
a la cabeza pensando lo peor: "no hay remedio para mi mal".
Pues sí, evocar la aventura escocesa, me pone melancólico.


Y me dice el padre que es mentira."Toda pena desaparece en seguida de ti cuando
te sobrepones y la borras ponto." Como una ola borra la huella
que ha dejado la anterior de forma rítmica e intermitente.
-- No, no puedo olvidar ese paisaje. 


La noche, con su canto de oscuridad hace que todo lo veas negro.
Deja que la luz del día alumbre tu vida entera. Recuerda las palabras
del Salmo de la Biblia: «Ante ti, Señor, la noche es como el día».
 
Esa es la realidad cuando vives envuelto en el espacio
de tu propia realidad y no bajo los efectos de los fantasmas
que crea tu imaginación.



Acepta la pena que te aflige por horas y días.
Te hará cambiar y te madurará convirtiéndose en tu vida
en un lago cuya paz es visible para todos.


Pero el recuerdo de los Bayne, mi estreno como miembro de ese clan histórico, no lo olvido y me hace sentir nostálgico.


Y la noche no es como el día. Las tardes nubladas de las Highlands están aquí en mi corazón para siempre, poniéndome triste sin saber por qué.

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