Mi Benjamín, ha concluido su cuarto ciclo escolar. Obtuvo una merecida MB. Y, asmismo, esta semana termina su preparación en la Iglesia Catedralicia de Xochitepec. Eminentemente, un joven atleta, termina su curso de entrenamiento en Pumas, Temixco y se inicia en el equipo Pachuca de Cuernavaca, Ya hizo su primer entrenamiento y se coordinó bien con sus nuevos compañeros. Hará su primera comunión en unos días. Ha aprendido la Doctrina Cristiana gracias al empeño de su guía la jovial DreamsLiz. Más que apropiado que su maestra sueñe porque la vida es sueño y los sueños sueños son...
Ha fallecido la madre de mi hija política, mi querida Adriana. Y habiendo tenido el placer de conocerla el día en que mi hijo Lívingston pidió la mano de su hijita, a sus padres.
Lucía radante la encantadora dama bella y culta, compañera de la vida de mi amigo, el Contralmirante Romero.
Comprendo el inmenso dolor del patriótico hombre de mar.
Así, hombre de letras, para contribuir a mitigar su dolor le he enviado electrónicamente las célebres "Coplas a la Muerte de mi Padre" de Jorge Manrique.
He modernizado la formidable y épica poesía, tras un esfuerzo paleontológico, y he querido recordarnos que en verdad nuestra vidas son los ríos que van a la mar que es el morir. <Antes de que me operen me voy a Acapulco, be sure>
Lucía radante la encantadora dama bella y culta, compañera de la vida de mi amigo, el Contralmirante Romero.
Comprendo el inmenso dolor del patriótico hombre de mar.
Así, hombre de letras, para contribuir a mitigar su dolor le he enviado electrónicamente las célebres "Coplas a la Muerte de mi Padre" de Jorge Manrique.
He modernizado la formidable y épica poesía, tras un esfuerzo paleontológico, y he querido recordarnos que en verdad nuestra vidas son los ríos que van a la mar que es el morir. <Antes de que me operen me voy a Acapulco, be sure>
En la historia de la literatura esta magnífica pieza de filosofía cristiana no tiene parangón. Nos enseña que todo es vanidad de vanidades y que en este mundo debemos desprendernos del oropel porque la verdadera vida comienza con la Muerte.
Dicho así, tan lacónicamente, reproduzco este inmortal poema.
Después de meter un golazo de medio campo, desde el centro de la cancha, regresa Tom acompañado por el pequeñito, ¡de edad, pero de corazón muy grande!.. By the way,, I·m going . to persuade the league' s directives to buy this suggestion: THEY MUST STOP authorizing that children much more younger that the permitted age in each cathegory tnter toplay in the field substituting thier elder in an advanced ranking!
Además, comprendo que la manera más segura de lograr la inmortalidad de nuestros seres queridos es recordarlos vivamente y honrar sus hazañas, dejando un testimonio a toda la humanidad. Así, he pretendido loar los triunfos intelectuales de mi padre que consagró su vida al estudio de la historia inclemente de nuestra patria. Creo haber cumplido con esta ingente tarea porque he difundido con éxito sus proezas en blogs insertados en toda la red, con alto índice de audiencia, según many reports
Vaya pues este cantar de los cantares APARECIDO en los principios de nuestro idioma castellano, en el S. XV, a mis hijos Lívingston y Adriana Romero:
Recuerde el alma dormida,
despierte la mente y se acuerde,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado
fue mejor.
El hijo de Colosio también recuerda los sueños y hazañas d su padre, el infortunado candidato priísta que no pudo cumplir su vehemente deseo de cambiar nuestro entorno socioeconómico, haciendo justicia al pueblo...
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de pasar
de tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a acabar,
allí los ríos caudalosos,
allí los otros medianos
y más chicos,
todos, como los hombre son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Dejo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no leo sus ficciones,
que traen yerbas secretas
y ricos sabores.
Aquél sólo m'encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo no conoció
su divinidad.
Este mundo es el camino
para el otro, qu'es morada
sin pesar;
mas hay que tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
descansamos.
http://youtu.be/UZl5pv42vYc
Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél
que aquí bregamos.
Aun aquel hijo de Dios
para subirnos al cielo
descendió
para nacer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
donde murió.
Si estuviese en nuestro poder
hacer la cara hermosa
y todo lo corporal,
como podemos hacer
el alma tan glorïosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
tuviéramos a toda hora.
Ve de cuán poco valor
son las cosas tras las que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aunque muramos
las perdemos.
De ellas deshace la edad,
dellas casos desastrosos
que acaecen;
dellas, por su cualidad,
en los más altos estados
desfallecen.
Díganme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
el color de la mejilla, la blancura,
cuando viene la vejez,
¿dónde va a parar?
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna gravedad
cuando llega el arrabal
de senectud.
Pues la sangre de los godos,
y el linaje y la nobleza
tan crecida,
¡por cuántas vías y modos
se pierde su gran alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
por cuán bajos y abatidos
que los tienen;
otros que, por no tener,
con oficios no debidos
se mantienen.
Los estados y riqueza,
que nos dejen a deshora
¿quién lo duda?,
no les pidamos firmeza.
pues que son d'una señora;
que se muda,
que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.
Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la fuerza
con su dueño:
por eso non nos engañen,
pues se va la vida aprisa
como sueño,
y los deleites d'acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos d'allá,
que por ellos esperamos,
eternales.
Los placeres y dulzores
desta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores,
de la muerte, la çelada
en que caemos.
No mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desde que vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
no hay lugar.
Esos reyes poderosos
que vemos por escrituras
ya pasadas
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
así, que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
y prelados:
así los trata la muerte,
como a los pobres pastores
de ganados.
Dejemos a los troyanos,
que sus males no los vimos,
ni sus glorias;
dejemos a los romanos,
aunque oímos y leímos
sus historias;
no queramos saber
lo d'aquel siglo pasado
qué fue d'ello;
vengamos a lo d'ayer,
que también es olvidado
como aquello.
¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes d'Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invención
como trajeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas y los torneos,
competencias, campeonatos
y quimeras?
¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados y vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
d'amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?
Pues el otro, su heredero
don Enrique, ¡qué poderes
alcanzaba!
¡Cuán blando, cuán halagüeño
el mundo con sus placeres
se le daba!
Mas verás cuán enemigo,
cuánto contrario, cuánto cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuán poco duró con él
lo que le dio!
Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos d'oro,
las vajillas tan doradas
los pesos y los reales
del tesoro,
los jaeces, los caballos
de sus gentes y atavíos
tan sobrados
¿dónde iremos a buscarlos?;
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?
Pues su hermano el inocente
qu'en su vida sucesor
se llamó
¡qué corte tan excelente
tuvo, y cuánto gran señor
le siguió!
Mas, como fuese mortal,
metióle la Muerte luego
en su fragua.
¡Oh juicio divinal!,
cuando más ardía el fuego,
echaste agua.
Pues aquel gran Condestable,
maestre que conocimos
tan privado,
no cumple que dél se hable,
mas sólo como lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas y sus lugares,
su mandar,
¿qué fueron sino lloros?,
¿qué fueron sino pesares
al dejar dser?
Y los otros dos hermanos,
maestres tan pròsperos
como reyes,
qué de los grandes y medianos
tuvieron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
qu'en tan alto fue subida
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue apagada?
Tantos duques excelentes,
tantos marqueses y condes
y varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
y traspones?
Y de las sus claras hazañas
que hicieron en las guerras
y en las paces,
cuando tú, cruda, t'ensañas,
con tu fuerza, las alteras
y deshaces.
Las huestes innumerables,
los pendones, estandartes
y banderas,
los castillos impugnables,
los muros y baluartes
y barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?
Cuando tú vienes airada,
todo lo pasas de claro
con tu flecha.
Aquel de buenos abrigo,
amado, por virtuoso,
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tan famoso
y tan valiente;
sus hechos grandes y claros
no sirve que los alabe,
pues los vieron;
ni los quiero hacer caros,
puesto que todo el mundo sabe
cuáles fueron.
Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo d'enemigos!
¡Qué maestro d'esforzados
y valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benigno a los sujetos!
¡A los bravos y peligrosos,
qué león!
En ventura, Octavïano;
Julio César en vencer
y batallar;
en la virtud, Vulpiniano;
Aníbal en el saber
y trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
con alegría;
en su brazo, Aureliano;
Marco Atilio en la verdad
que prometía.
Antoño Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en la elocuencia;
Teodosio en humanidad
y buen talante.
Aurelio Alexandre fue
en disciplina y rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el gran amor
de su tierra.
No dejó grandes tesoros,
ni alcanzó muchas riquezas
ni vajillas;
mas hizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció,
cuántos moros y caballos
se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas y los vasallos
que le dieron.
Pues por su honra y estado,
en otros tiempos pasados
¿cómo es que tuvo que
Quedarse desamparado;
con hermanos y criados
se sostuvo.
Después que hechos famosos
hizo en esta misma guerra
que hacía,
hizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
que las que tenía.
Estas sus viejas historias
que con su brazo pintó
en juventud,
con otras nuevas victorias
ahora las renovó
en senectud.
Por su gran habilidad,
por méritos y ancianía
bien gastada,
alcanzó la dignidad
de la gran Caballería
del Espada.
Y sus villas y sus tierras,
ocupadas de tiranos
las halló;
mas por terco y por guerras
y por la fuerza de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
fue servido,
dígalo el de Portugal,
y, en Castilla, quien siguió
su partido.
Después de puesta la vida
tantas veces por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero;
después de tanta hazaña
ya que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa d'Ocaña
vino la Muerte a llamar
a su puerta,
diciendo: "Buen caballero,
dejad el mundo engañoso
y su halago;
vuestro corazón d'acero
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
y pues de vida y salud
hiciste tan poca cuenta
por la fama;
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que a vos llama."
"Nn se os haga tan amarga
la batalla temerosa
qu'esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama gloriosa
acá dejáis.
Aunqu'esta vida d'honor
tampoco es eterna
ni verdadera;
mas, con todo, es mucho mejor
que la otra temporal,
perecedera."
X
"El vivir qu'es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos y aflicciones
contra moros."
"Y pues vos, claro varón,
tanta sangre derramastes
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
por las manos;
y con esta confianza
y con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperanza,
qu'estotra vida tercera
ganaréis."
[Responde el Maestre:]
"No tengamos tiempo ya
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
y consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
es locura."
[Del maestre a Jesús]
"Tú que, por nuestra maldad,
tomaste forma servil
y bajo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sufriste sin resistencia
en tu persona,
no por mis merecimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona".
FIN
despierte la mente y se acuerde,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado
fue mejor.
El hijo de Colosio también recuerda los sueños y hazañas d su padre, el infortunado candidato priísta que no pudo cumplir su vehemente deseo de cambiar nuestro entorno socioeconómico, haciendo justicia al pueblo...
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de pasar
de tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a acabar,
allí los ríos caudalosos,
allí los otros medianos
y más chicos,
todos, como los hombre son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Dejo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no leo sus ficciones,
que traen yerbas secretas
y ricos sabores.
Aquél sólo m'encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo no conoció
su divinidad.
Este mundo es el camino
para el otro, qu'es morada
sin pesar;
mas hay que tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
descansamos.
http://youtu.be/UZl5pv42vYc
Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél
que aquí bregamos.
Aun aquel hijo de Dios
para subirnos al cielo
descendió
para nacer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
donde murió.
Si estuviese en nuestro poder
hacer la cara hermosa
y todo lo corporal,
como podemos hacer
el alma tan glorïosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
tuviéramos a toda hora.
Ve de cuán poco valor
son las cosas tras las que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aunque muramos
las perdemos.
De ellas deshace la edad,
dellas casos desastrosos
que acaecen;
dellas, por su cualidad,
en los más altos estados
desfallecen.
Díganme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
el color de la mejilla, la blancura,
cuando viene la vejez,
¿dónde va a parar?
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna gravedad
cuando llega el arrabal
de senectud.
Pues la sangre de los godos,
y el linaje y la nobleza
tan crecida,
¡por cuántas vías y modos
se pierde su gran alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
por cuán bajos y abatidos
que los tienen;
otros que, por no tener,
con oficios no debidos
se mantienen.
Los estados y riqueza,
que nos dejen a deshora
¿quién lo duda?,
no les pidamos firmeza.
pues que son d'una señora;
que se muda,
que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.
Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la fuerza
con su dueño:
por eso non nos engañen,
pues se va la vida aprisa
como sueño,
y los deleites d'acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos d'allá,
que por ellos esperamos,
eternales.
Los placeres y dulzores
desta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores,
de la muerte, la çelada
en que caemos.
No mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desde que vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
no hay lugar.
Esos reyes poderosos
que vemos por escrituras
ya pasadas
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
así, que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
y prelados:
así los trata la muerte,
como a los pobres pastores
de ganados.
Dejemos a los troyanos,
que sus males no los vimos,
ni sus glorias;
dejemos a los romanos,
aunque oímos y leímos
sus historias;
no queramos saber
lo d'aquel siglo pasado
qué fue d'ello;
vengamos a lo d'ayer,
que también es olvidado
como aquello.
¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes d'Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invención
como trajeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas y los torneos,
competencias, campeonatos
y quimeras?
¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados y vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
d'amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?
Pues el otro, su heredero
don Enrique, ¡qué poderes
alcanzaba!
¡Cuán blando, cuán halagüeño
el mundo con sus placeres
se le daba!
Mas verás cuán enemigo,
cuánto contrario, cuánto cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuán poco duró con él
lo que le dio!
Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos d'oro,
las vajillas tan doradas
los pesos y los reales
del tesoro,
los jaeces, los caballos
de sus gentes y atavíos
tan sobrados
¿dónde iremos a buscarlos?;
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?
Pues su hermano el inocente
qu'en su vida sucesor
se llamó
¡qué corte tan excelente
tuvo, y cuánto gran señor
le siguió!
Mas, como fuese mortal,
metióle la Muerte luego
en su fragua.
¡Oh juicio divinal!,
cuando más ardía el fuego,
echaste agua.
Pues aquel gran Condestable,
maestre que conocimos
tan privado,
no cumple que dél se hable,
mas sólo como lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas y sus lugares,
su mandar,
¿qué fueron sino lloros?,
¿qué fueron sino pesares
al dejar dser?
Y los otros dos hermanos,
maestres tan pròsperos
como reyes,
qué de los grandes y medianos
tuvieron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
qu'en tan alto fue subida
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue apagada?
Tantos duques excelentes,
tantos marqueses y condes
y varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
y traspones?
Y de las sus claras hazañas
que hicieron en las guerras
y en las paces,
cuando tú, cruda, t'ensañas,
con tu fuerza, las alteras
y deshaces.
Las huestes innumerables,
los pendones, estandartes
y banderas,
los castillos impugnables,
los muros y baluartes
y barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?
Cuando tú vienes airada,
todo lo pasas de claro
con tu flecha.
Aquel de buenos abrigo,
amado, por virtuoso,
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tan famoso
y tan valiente;
sus hechos grandes y claros
no sirve que los alabe,
pues los vieron;
ni los quiero hacer caros,
puesto que todo el mundo sabe
cuáles fueron.
Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo d'enemigos!
¡Qué maestro d'esforzados
y valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benigno a los sujetos!
¡A los bravos y peligrosos,
qué león!
En ventura, Octavïano;
Julio César en vencer
y batallar;
en la virtud, Vulpiniano;
Aníbal en el saber
y trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
con alegría;
en su brazo, Aureliano;
Marco Atilio en la verdad
que prometía.
Antoño Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en la elocuencia;
Teodosio en humanidad
y buen talante.
Aurelio Alexandre fue
en disciplina y rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el gran amor
de su tierra.
No dejó grandes tesoros,
ni alcanzó muchas riquezas
ni vajillas;
mas hizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció,
cuántos moros y caballos
se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas y los vasallos
que le dieron.
Pues por su honra y estado,
en otros tiempos pasados
¿cómo es que tuvo que
Quedarse desamparado;
con hermanos y criados
se sostuvo.
Después que hechos famosos
hizo en esta misma guerra
que hacía,
hizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
que las que tenía.
Estas sus viejas historias
que con su brazo pintó
en juventud,
con otras nuevas victorias
ahora las renovó
en senectud.
Por su gran habilidad,
por méritos y ancianía
bien gastada,
alcanzó la dignidad
de la gran Caballería
del Espada.
Y sus villas y sus tierras,
ocupadas de tiranos
las halló;
mas por terco y por guerras
y por la fuerza de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
fue servido,
dígalo el de Portugal,
y, en Castilla, quien siguió
su partido.
Después de puesta la vida
tantas veces por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero;
después de tanta hazaña
ya que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa d'Ocaña
vino la Muerte a llamar
a su puerta,
diciendo: "Buen caballero,
dejad el mundo engañoso
y su halago;
vuestro corazón d'acero
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
y pues de vida y salud
hiciste tan poca cuenta
por la fama;
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que a vos llama."
"Nn se os haga tan amarga
la batalla temerosa
qu'esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama gloriosa
acá dejáis.
Aunqu'esta vida d'honor
tampoco es eterna
ni verdadera;
mas, con todo, es mucho mejor
que la otra temporal,
perecedera."
X
"El vivir qu'es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos y aflicciones
contra moros."
"Y pues vos, claro varón,
tanta sangre derramastes
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
por las manos;
y con esta confianza
y con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperanza,
qu'estotra vida tercera
ganaréis."
[Responde el Maestre:]
"No tengamos tiempo ya
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
y consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
es locura."
[Del maestre a Jesús]
"Tú que, por nuestra maldad,
tomaste forma servil
y bajo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sufriste sin resistencia
en tu persona,
no por mis merecimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona".
FIN
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