domingo, 10 de noviembre de 2013

EL CUARTO MANDAMIENTO ERA TAN IMPORTANTE QUE AQUÉL QUE LO TRANSGREDIERA ERA LAPIDADO POR LOS JUDÍOS

En la Iglesia catedralicia de Xochitepec, estuvimos—cada cual en un aula diferente—Tom y yo. Decidimos ir al jardín del bello templo. Éramos cerca de 20 padres y madres de familia. El tópico que estudiamos por cerca de cuatro horas fue éste:




“Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.

Jesús vivía sujeto a ellos.
El Señor recordó también la fuerza de este "mandamiento de Dios". El apóstol enseña: "Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo. "Honra a tu padre y a tu madre", tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: "para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra".
En el cuarto mandamiento Dios quiso que, después de Él, honrásemos a nuestros padres, a los que debemos la vida y que nos han transmitido el conocimiento de Dios. Estamos obligados a honrar y respetar a todos los que Dios, para nuestro bien, ha investido de su autoridad.

Este precepto se expresa de forma positiva, indicando los deberes que se han de cumplir. Anuncia los mandamientos siguientes que contienen un respeto particular de la vida, del matrimonio, de los bienes terrenos, de la palabra. Constituye uno de los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia.

Vimos, asimismo, que la Biblia ordena:

Guarda hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección de tu madre... en tus pasos ellos serán tu guìa¨ (Pr 6,20-21)
- Mientras el hijo vive en casa de sus padres, debe obedecer todo lo que estos dispongan para su bien o el de la familia.
La obediencia a los padres debe ser considerada como la obediencia a Dios. La Biblia dice :
¨Hijos, obedeced en todo a vuestros padres, porque esto es grato a Dios en el Señor¨. 

El cuarto mandamiento ilumina las demás relaciones en la sociedad. En nuestros hermanos y hermanas vemos a los hijos de nuestros padres; en nuestros primos, los descendientes de nuestros antepasados; en nuestros conciudadanos, los hijos de nuestra patria; en los bautizados, los hijos de nuestra madre, la Iglesia; en toda persona humana, un hijo o una hija del que quiere ser llamado "Padre nuestro". Así, nuestras relaciones con el prójimo se deben reconocer como pertenecientes al orden personal. El prójimo no es un "individuo" de la colectividad humana; es "alguien" que por sus orígenes, siempre "próximos" por una u otra razón, merece una atención y un respeto singulares.





El cuarto mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres, porque esta relación es la más universal. Se refiere también a las relaciones de parentesco con los miembros del grupo familiar. 

Exige que se dé
 honor, afecto y reconocimiento a los abuelos y antepasados. Finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros, de los empleados respecto a los patronos, de los subordinados respecto a sus jefes, de los ciudadanos respecto a su patria, a los que la administran o la gobiernan.

Este mandamiento implica y sobrentiende los deberes de los padres, tutores, maestros, jefes, magistrados, gobernantes, de todos los que ejercen una autoridad sobre otros o sobre una comunidad de personas.


 "El cumplimiento del cuarto mandamiento lleva consigo su recompensa: "Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar" . 

La observancia de este mandamiento procura, con los frutos espirituales, frutos temporales de paz y de prosperidad. Y al contrario, la no observancia de este mandamiento entraña grandes daños para las comunidades y las personas humanas.
 Cuando llegamos a casa estábamos extenuados de este primer día de estudio bíblico y decidimos lanzarnos a la alberca. Aliz y Athenea se unieron a nosotros y así descansamos: pateando y braceando, en estilos de crawl y pecho o nado submarino,  en pequeñas competencias por un buen rato...Sí ganó Aliz!!!
Ares, nuestra mascota guardó una distancia de la orilla de la piscina pues ya se ha caído y si no se da cuenta Aliz, quien se metió vestida para salvarlo, el  pastorcito alemán  ya no estaría dando vueltas y vueltas, ladrando alegremente y llevándose ropa, zapatos y cualquie otra cosa a su guarida...



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