viernes, 15 de junio de 2012

Cuando escribí Tríptico Erótico, había perdido a mis tres hijos. La obra fue entre muchas otras cosas una denuncia en contra de la infidelidad.
Cuando escribí de Livingston a Livingston había perdido a mis cinco hijos y un joven brillante, atlético pleno de energía había sufrido un crack a manos de malos amigos que fueron nuestros vecinos por quince años. Y cuando escribí Verdinegra y última aventura erótica del viejo embajador había sembrado en el campo deportivo de mi casa quince pinos, uno por cada uno de mis hijos. Hoy solo sobreviven cuatro: Alice, Tom, Julián y Athenea. Quiso Dios que ninguno de los otros sobreviviera: atestiguaron esa esperanzada siembra David y Lí.
En este día del padre, acabo de recibir el llamado de Ían quien desea reintegrarse a mi pequeña familia, Justo cuando yo me estoy yendo.

Bbien, en este fecundo peregrinar de setenta y seis años por muchísimas partes del mundo, a pesar de todos los obstáculos he pretendido rescatar la dignidad de la paternidad. Creo que infructuosamente: no soy Dios para tener un Jesucristo fiel, leal y obediente a las órdenes del Padre.
Si, puedo decir que tengo enormes satisfacciones que me han dado Luisa, Alice, Lí,  Athenea y, sobre todo mi Benjamín, Thomas el cmpeòn goleador y fiel retrato de mi padre. Pero,  aun recuerdo el  día, cuando una madre, “esposa de Jesus”, en un colegio de cuyo nombre no quiero acordarme, declaro ante la autoridad que me acompañaba, que no podía entregarme a mis hijas porque las había expulsado del colegio y agrego: “muerto el perro se acabo la rabia”. Se refería la cruel y estúpida monja emeritense, esa infeliz que no sabìa lo que hizo, al hecho ficticio de que la madre las había retirado para evitar que la directora se viera obligada de entregarme a mis tres hijas,  como lo ordenaba el Juez.




Del mismo modo,  mis primeros tres hijos fueron secuestrados por su madre, impidiéndome, en ambos casos,  sus propias progenitoras,  cumplir con mis deberes de patherfamilie.
Hoy, puedo decir que he recibido de mis hijos mencionados y de otros innombrables,  grandes muestras de cariño y trascendentes actos de reconocimiento que me han conmovido y dado muchísimo gusto.
Vivimos una apesadumbrada etapa de desintegración familiar y, sin embargo, no obstante, hay hechos que me llenan de gran satisfacción como el de que mañana estará aquí mi amada esposa Pilar para celebrar el dia del padre entre los hijos mencionados y los de mi querida Guadalupe y mi hijo privilegiado, Jose,  quienes integran una familia extendida con la mia.
Dijo Pilarica que venìa porque se sentía otra hija mía.
De suerte que al final me propongo volver a sembrar otros diez  arboles por los hijos putativos que llegaran a felicitarme y por los otros que no supieron ni pudieron entregar su amor filial este dìa.
Ignoro si a mi próxima desaparición alguno de los hijos que he procreado con tanta pasión notaran mi ausencia y se llevaran por la vida el pesado bagaje que he puesto en sus mochilas, con Itacate y todo. Pero, yo sí sé que todos mis hijos me han dado a través de los años goces, lecciones y motivos de recuerdos por momentos llenos de felicidad, aunque ni cuenta se hayan dado.
A todos,  ¡gracias!.

Les saluda con entusiasmo, optimismo y alegría
Su padre vitalicio, reconocido eternamente, en este ultimo Día del Padre.
MANUEL AUGUSTO WALTER LIVINGSTONE DENEGRE VAUGHT Y ALCOCER.

No hay comentarios:

Publicar un comentario